Capítulo 13. EL MUNDO INOCENTE.

La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la expiación es su final.
Proyectas la culpabilidad para deshacerse de ella pero en realidad estás simplemente ocultándola.
Aceptar como tuya la inocencia del Hijo de Dios es, por lo tanto, la forma en que Dios le recuerda a su Hijo, y lo que esté es en verdad.
Bajo los cimientos del ego yace el recuerdo de Dios y de eso es de lo que realmente tienes miedo. Subyacente a los cimientos del ego y mucho más fuerte de lo que esté jamás puede ser, se encuentra tu intenso y ardiente amor por Dios y el suyo por ti.
Tienes más miedo de Dios que del ego.
El miedo al ataque no es nada en comparación al miedo que le tienes al amor.
A menos que aprendas que todo el dolor que sufriste en el pasado es una ilusión, estarás optando por un futuro de ilusiones y echando a perder las múltiples oportunidades que el presente te ofrece para liberarte.
La proyección da lugar a la percepción y no puedes ver más allá de ella. La única realidad que atacas se encuentra en tu propia mente, y al atacar a otros estás literalmente atacando algo que no está ahí.
La perfecta pureza en la que fuiste creado se encuentra dentro de ti en paz radiante.
Ni tus percepciones falsas más absurdas, ni tus imaginaciones más extrañas ni tus pesadillas más aterradoras significan nada. No prevalecerán contra la paz que la voluntad de Dios ha dispuesto para ti.

La sesión concluye con una meditación guiada de sanación.

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