Capítulo 19. LA CONSECUCIÓN DE LA PAZ.

Tener Fe es sanar. Es señal de que has aceptado la Expiación.
En el tiempo el Espíritu Santo ve claramente que el Hijo de Dios puede cometer errores.
Todo error es una petición de amor.
Si la paz se ha de diseminar por toda la creación, tiene que empezar contigo, y desde ti extenderse a cada hermano que llame y llevarle descanso por haberse unido a ti.
Has pagado un precio exorbitante por tus ilusiones, y nada de eso por lo que tanto has pagado te has brindado paz. ¿No te alegra saber que el Cielo lo puede ser sacrificado y que no se te puede pedir ningún sacrificio?
Dios no creo no el pegado ni la muerte, no dispone que tú estés aprisionado por ellos. Pues el no conoce ni el pecado ni sus resultados.
He aquí tu promesa de jamás permitir que la unión te haga abandonar la separación, la profunda amnesia en la que el recuerdo de Dios parece estar totalmente olvidado, la brecha entre tu ser y tu: el temor de Dios, el último paso de tu disociación.
El miedo que lo originó cede ante el amor que se encuentra detrás, y así desaparece el miedo.
El deseo de deshacerte de la paz y ahuyentar el Espíritu Santo se desvanece en presencia del sereno reconocimiento de que AMAS A DIOS.

La sesión concluye con una meditación guiada de sanación.

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