Capítulo 27. LA CURACIÓN DEL SUEÑO.

El que perdona se cura.
Da testimonio de la eterna verdad de que nada te puede herir, y apunta más allá de sí misma hacia tu inocencia y la de tu hermano, muéstrale eso, y él se dará cuenta de que toda herida ha sanado y de que todas las lagrimas han sido enjugadas felizmente y con amor.
Mientras tu hermano consienta sufrir, tu no podrás sanar. Más tú le puedes mostrar que su sufrimiento no tiene ningún propósito ni causa alguna. Muéstrale que has sanado, y el no consentirá sufrir por más tiempo. Pues su inocencia habrá quedado clara ante sus propios ojos y ante los tuyos. Y la risa reemplazará a vuestros lamentos, pues el Hijo de Dios habrá recordado que El es el HIJO DE DIOS.
No conoces la paz del poder que no se opone a nada.
En la quietud todas las cosas reciben respuesta y todo problema queda resuelto serenamente.
Nadie puede despertar de un sueño que el mundo esté soñando por el.
Las únicas alternativas que tienes ante ti son o bien una muerte durmiente y sueños de maldad por una parte, o bien un feliz despertar y la alegría de la vida por otra.
Despierta y olvida todos los pensamientos de muerte y te darás cuenta de que ya gozas de la paz de Dios.
Tu eres el soñador del mundo de los sueños.
El secreto de la salvación es este: Eres tu el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan solo de tu propio sueño.

La sesión concluye con una meditación guiada de sanación.

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