No hay tiempo, ni lugar ni estado del que Dios esté ausente. No hay nada que temer.
Es imposible que se pudiese concebir una brecha en la plenitud de Dios. La transigencia que la más insignificante y diminuta de las brechas representaría en Su Amor eterno es completamente imposible.
Cuando la brecha desaparece, no obstante, lo único que se experimenta es paz eterna.
Si no tuvieses miedo de Dios, ¿Que podría inducirte a que lo abandonases? ¿Que juguetes o baratijas podría haber en la brecha que pudiesen privarte por un solo instante de Su Amor? ¿Permitirías que el cuerpo dijese “no” a la llamada del Cielo, si no tuvieras miedo de perder tu ser al encontrar a Dios? mas ¿Como sería posible que perdieses tu ser al hallarlo?
Has aceptado la causa de la curación. Por lo tanto debes haber sanado y al haber sanado, debes ahora también poseer el poder de sanar.
No te das cuenta de cuánto puedes dar ahora como resultado de todo lo que has recibido.
Tú no puedes despertarte a ti mismo. No obstante puedes permitir que se te despierte.
Hazte a un lado y deja pasar el amor, el cual tu no creaste, pero si puedes extender. En la tierra eso quiere decir perdonar a tu hermano, para que las tinieblas desaparezcan en tu mente.
¡Cuán felices serían tus sueños si no le adjudicarte a cada una de las figuras que aparecen en ellos el papel que “debe” representar!. Es únicamente la imagen que tienes de alguien lo que puede fracasar.
La inmutabilidad del Cielo se encuentra tan profundamente dentro de ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse ni verse. La sosegada infinitud del la paz eterna te envuelve dulcemente en tu tierno abrazo, tan fuerte y serena, tan tranquila en la omnipotencia de su creador, que nada puede perturbar al sagrado Hijo de Dios que se encuentra en tu interior.
Si conocieses el glorioso objetivo que se halla más allá del perdón, no te aferrarías a ningún pensamiento, por muy leve que parezca ser roce con la maldad. Pues entenderías cuán grande es el costo que supone observar cualquier cosa que Dios no haya otorgado en las mentes que pueden en cambio dirigir las manos a bendecir y a conducir al Hijo de Dios a la morada de su Padre.
El tiempo solo está a la espera del perdón para que las cosas del tiempo puedan desaparecer, y que no son de ninguna utilidad.
El perdón un vez que es total, hace que la intemporalidad esté tan cerca que entonces se puede oír el himno del cielo.
La sesión concluye con una meditación guiada de sanación.