Capítulo 25. LA JUSTICIA DE DIOS.

El Cristo en ti no habita en un cuerpo. Sin embargo está en ti.
La manera en que ves y has estado viendo por largo tiempo no te ofrece nada en que basar tus esperanzas acerca del futuro ni indicación alguna de que vayas a tener éxito. Poner tus esperanzas en algo que no te ofrece ninguna esperanza no puede sino hacerte sentir desesperanzado.
Todo aquel que se encuentra aquí ha venido a las tinieblas pero nadie ha venido solo ni necesita quedarse más de un instante. Pues cada uno ha traído la ayuda del cuelo consigo, lista para liberarlo de las tinieblas y llevarlo a la luz en cualquier momento. Esto puede ocurrir en cualquier momento que él decida, pues la ayuda está aquí, esperando tan solo su decisión.
La salvación no es más que un recordatorio de que este mundo no es tu hogar.
Lo único que puedes hacer es tomar una decisión. El resto depende de Dios, no de ti.
¿En que otra cosa puedes confiar, sino en el AMOR de DIOS?
La voluntad de Dios es que recuerdes esto, y que pases así del más profundo desconsuelo al júbilo perfecto. Acepta la función que se te ha asignado en el plan de Dios para mostrarle a su Hijo que el infierno y el cielo son diferentes.
Tu tienes derecho a todo el universo, a la paz perfecta, a la completa absolución de todas las consecuencias del pescado y a la vida eterna, gozosa y completa desde cualquier punto de vista, tal como la voluntad de Dios dispuso que su Santo Hijo la tuviese. ESTA ES LA ÚNICA JUSTICIA QUE EL CIELO CONOCE Y LO ÚNICO QUE EL ESPÍRITU SANTO TRAE A LA TIERRA.

La sesión concluye con una meditación guiada de sanación.

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